En almacenes donde haya tejidos elaborados a partir de lanas, se hace imprescindible llevar un control de polillas de la ropa. Las dos principales especies que atacan los tejidos que nos encontramos habitualmente son la polilla de la ropa (Tineola bisseliella) y la polilla de la ropa portaestuche (Tinea pellionella). Se trata de dos pequeños lepidópteros dorados que pertenecen a los familia de los tineidos (Tineidae). Estos microlepidópteros están especializados en alimentarse de pelo. Son de los últimos comensales en aparecer cuando se descompone un cadáver.
Antiguamente, cuando los tejidos estaban confeccionados con lanas, las polillas de la ropa causaban estragos en la ropa almacenada. Hoy en día, con el uso habitual de tejidos confeccionados con fibras vegetales y sintéticas, son menos habituales en las casas. No así en almacenes de tejidos, alfombras y moquetas, lugares en que los productos pueden pasar largo tiempo almacenado. El control de estas polillas empieza por un monitoreo mediante trampas delta con dispensadores de feromona. Es importante una buena distribución de estas trampas dispuestas en retícula en la zona de almacenamiento. La revisión de las trampas nos indicará la zona afectada y su grado.
Si se detecta presencia de estas polillas, lo primero que habrá que hacer es detectar el producto afectado y aislarlo. A la hora de valorar el número de capturas en las trampas, es importante tener en cuenta la posición de estas. Las polillas de la ropa no solo llegan al almacén en a través de productos infestados, sino que también lo hacen a través de puertas y ventanas de acceso al exterior. El verano es un momento ideal para que estas entren a través de una ventana que se deje abierta para airear. Es por tanto, imprescindible recomendar al cliente que las ventanas tengan mallas mosquiteras de trama fina. Si esta no es suficientemente fina, las polillas pueden penetrar.
Una tentación que puede tener nuestro clientes al ver que hay polillas de la ropa en su almacén es la de que realicemos un control químico mediante una nebulización. Como es bien sabido, un protocolo basado en el control integrado de plagas, debería relegar este tipo de tratamientos a la última alternativa posible de control. Hay que insistir al cliente que, antes de realizarlo, es necesario una serie de medidas. La primera, como ya se ha dicho, la neutralización del foco apartándolo y aislándolo del resto de productos. Después la implantación de medidas físicas para impedir que accedan al local. Y muy importante, modificar las condiciones ambientales. La más importante es que no exista una elevada humedad relativa.